Algunos resultados a 25 años de Libre Comercio e Inversión en México ¿Posibles recuerdos rumbo al porvenir para Brasil? por: Mtro. Alberto Arroyo Picard.

Algunos resultados a 25 años de Libre Comercio e Inversión en México ¿Posibles recuerdos rumbo al porvenir para Brasil? por: Mtro. Alberto Arroyo Picard.

Ahora que Brasil nuevamente discute la posibilidad de firmar un Tratado de Libre Comercio e Inversión con la Unión Europea, puede ser útil reflexionar como le ha ido a México con estos tratados. México, junto con Chile, son los países que más Tratados de Libre Comercio (TLCs) y Tratados Bilaterales de Inversión (TBIs) tienen vigentes.

Originalmente se me planteó revisar los resultados de México en su relación con la Unión Europea, pero dado que tiene tratados con tantos países, es prácticamente imposible aislar los efectos exclusivos del TLC con la Unión Europea. Considero que es más ilustrativo ver en conjunto los resultados del libre comercio e inversión de México con el mundo.

Es importarte recordar que los TLCs no son simplemente facilitar y aumentar el intercambio de mercancías y servicios con el mundo bajando aranceles. Eso desde hace muchos años se había logrado con el Acuerdo de Aranceles y Comercio (GATT por sus siglas en inglés) que luego se convirtió en la Organización Mundial del Comercio (OMC). El Libre Comercio es una teoría económica que plantea que los Estados Nacionales deben de intervenir lo menos posible en la economía y la vida social para dejar todo al mercado, a la oferta y la demanda, a la ley del más fuerte. Cuando México inició las negociaciones del primer TLC, se le preguntó al jefe negociador: ¿cuál es el proyecto de país que se tiene como referencia? Su respuesta fue categórica: para qué pensar en un proyecto de país, lo que hay que hacer es dejar que mercado modele el “México posible”. No podía ser más claro, los TLC y TBI son eso, quitar los estorbos (las leyes, reglamentos o regulaciones) para dejar el devenir a la ley del más fuerte. El libre comercio es una ley supranacional que impide ponerle trabas al mercado. Como dijo un exdirector de la OMC: los TLCs son una especie de super constitución de los derechos del capital que limita al Estado Nacional a regular el mercado, a planificar con base en un proyecto nacional de desarrollo.

México vivió décadas de proteccionismo buscando industrializarse vía sustitución de importaciones. Ello durante algunos años fue exitoso y logró un crecimiento acelerado y un proceso de industrialización inicial, pero no fue acompañado de una política de ciencia y tecnología que a mediano plazo lograra una industrialización más profunda y moderna. Tampoco hubo un plazo perentorio a esta protección con metas claras y programas para lograr una industrialización capaz de competir con éxito en el largo plazo. Para los años 70 del siglo pasado ya era claro que esa protección extrema era insostenible, implicaba condenar al consumidor a productos malos y caros. Ello, junto con nuestra vecindad con Estados Unidos, llevó a que en los hechos muchos productos entraran al país de contrabando. Además, el capitalismo estaba cambiando aceleradamente hacia una etapa de globalización, no sólo del mercado, sino de la producción, incluso del proceso de trabajo. La élite económica y los gobiernos de la época decidieron abrir de golpe las fronteras. Primero se entra al GATT y en los 90s empezó la fiebre de firmar TLCs. Se hizo sin ninguna política para facilitar la modernización de nuestra planta productiva: el mercado lograría que sólo sobrevivieran los más fuertes. En 1994 firma un TLC con Estados Unidos y Canadá y en 2000 con la Unión. Europea. Actualmente tiene Tratados de Libre Comercio y/o de Inversión con 66 países de todos los continentes.

Hay ejemplos distintos y exitosos de globalización como el de Corea del Sur. Hizo una apertura de su economía de forma planeada, paulatina y concertada internamente con los sectores productivos. Se decidieron qué sectores estratégicos era conveniente seguir apoyando temporalmente. Se consultó sector por sector, cómo y cuándo se daría la apertura a la competencia internacional. Se les hicieron tres preguntas: ¿cuánto tiempo necesitan para lograr competitividad internacional?; ¿qué planes realizaran los empresarios para lograrlo?; ¿qué necesitan que haga el Estado para temporalmente apoyarlo? Fue interesante la reacción empresarial. No fue pedir subsidios, sino que el Estado y sus universidades garantizaran investigación para tener tecnología propia que les permitiera ser competitivos. Además, los sectores que podían en ese momento ser competitivos se abrieron antes para que sus exportaciones pudieran financiar la modernización necesaria del resto de la economía. Es decir, se consensó un proyecto nacional de desarrollo y desde ahí se fue dando una apertura gradual y concertada. El resultado fue que Corea del Sur se convirtió así en uno de los tigres asiáticos con empresas de presencia mundial como Samsung o Hyundai. Otro elemento diferente es que Corea no apostó todo al mercado externo sino equilibradamente también al mercado interno. Ello implicó no buscar la competitividad con salarios bajos, sino por calidad. En síntesis, Corea no deja a la mano invisible del mercado el desarrollo y el bienestar de los coreanos. Todo lo contrario del “libre mercado¨. No implicó renunciar a tener un proyecto nacional.  Una vez que Corea se fortaleció e industrializó, modernizó y luego se abrió a la competencia mundial.

Pasemos a un breve balance de los resultados en México a 29 años de TLCs.

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