IMPACTOS DEL ACUERDO MERCOSUR-UNIÓN EUROPEA PARA EL EMPLEO DE LAS MUJERES EN BRASIL

IMPACTOS DEL ACUERDO MERCOSUR-UNIÓN EUROPEA PARA EL EMPLEO DE LAS MUJERES EN BRASIL
IMPACTOS DEL ACUERDO MERCOSUR-UNIÓN EUROPEA PARA EL EMPLEO DE LAS MUJERES EN BRASIL

Gênero

Marta Castilho y Kethelyn Ferreira – en el quinto trabajo de la serie preparatoria para la VIII Asamblea Nacional de la REBRIP – analizan los impactos socioambientales causados, en las mujeres, por los términos incluidos en el acuerdo UE-Mercosur.

1Introducción

El análisis de los impactos socioeconómicos del comercio internacional, por mucho tiempo, ha sido considerado neutro en lo que se refiere a las desigualdades de género, es decir, los efectos de cambios en el nivel o el tipo de integración comercial de los países impactaría mujeres y hombres de la misma manera (López, Muñoz y Cáceres, 2019). En las últimas dos décadas progresivamente se ha difundido la percepción de que esa neutralidad no existe debido a que mujeres y hombres ocupan posiciones diferenciadas en el trabajo remunerado y no remunerado (Fontana, 2009). Esas diferencias pueden, además, impactar el desempeño comercial y la competitividad de los países (UNCTAD, 2017; Zarrilli, 2017). Es decir, la economía es una estructura portadora de género. Las relaciones de género están formadas y condicionadas por el contexto en el que se inscriben las relaciones sociales, originando estereotipos como la división sexual del trabajo y la segregación vertical u horizontal[1] (Ridgeway y Correll, 2004).

Partiendo de ese presupuesto, es tema frecuente en la literatura si la liberalización comercial contribuye a la reducción de las desigualdades entre mujeres y hombres o si las refuerza. Ese cuestionamiento está en parte relacionado a las características de los empleos asociados a exportaciones e importaciones relativamente al empleo total de la economía. De hecho, como lo subraya Fontana (2009), las especificidades de los países tendrán un papel fundamental en las respuestas a esos cuestionamientos. Es decir, factores como las instituciones del mercado de trabajo, las características socioeconómicas del país y el grado de acceso a los mercados y a las informaciones tienen fuerte influencia en la determinación de los resultados del comercio para las mujeres. Además, el volumen y el perfil del empleo asociado al comercio se distinguen según los socios comerciales, sobre todo en el caso de países con diferentes especializaciones geográficas y sectoriales, como es el caso de Brasil.

En este trabajo, buscamos evaluar el impacto del acuerdo Unión Europea-Mercosur para el empleo de las mujeres brasileras. Este acuerdo, cuya firma se arrastra desde hace 20 años debido a las divergencias de intereses entre los dos bloques, por fin ha sido firmado a fines del mandato del presidente Macri con el beneplácito del presidente brasilero en 2019. El acuerdo sigue la tendencia de los acuerdos amplios y abarcadores que la Unión Europea viene firmando en los últimos tiempos y hace con que los países del Mercosur se comprometan con disciplinas y temas no comerciales que hasta ahora no participaban de los acuerdos multilaterales y bilaterales firmados por el bloque – especialmente, propiedad intelectual y compras gubernamentales.

En lo que se refiere a la liberalización comercial, el acuerdo prevé una fuerte reducción arancelaria para los productos industriales del Mercosur y una liberalización más moderada para el mercado europeo de productos agrícolas, como resultado del cronograma y la manutención de algunas barreras no arancelarias. En particular para la industria brasilera, el aumento de la competencia, con una industria altamente competitiva como la europea, debido a la liberalización comercial y la adhesión a otras disciplinas puede impactar de manera significativa la producción nacional y los empleos a ella asociados (Sarti e Castilho, 2021).

Vale resaltar que reconocemos que esa “no neutralidad” de los fenómenos económicos, en particular del comercio exterior, no se restringe a las diferencias de género: los efectos de cambios en las condiciones y políticas económicas no afectan de la misma manera los diversos individuos con distintas inserciones en la sociedad, como las personas de diferentes estratos socioeconómicos, diferentes colores o razas, diferentes orientaciones sexuales o diferentes identidades de género.[2] En ese sentido, Azar, Espino y Salvador (2009) afirman que, aunque género sea una variable explicativa de las desigualdades sociales, no pasa de una construcción social, tal como raza, etnia, clase y sexualidad, que también son categorías construidas socialmente, que se cruzan con el género y contribuyen a determinar la posición de los individuos en la sociedad. Además de esas diferencias, hacia el interior del grupo de mujeres, el nivel educacional, la edad, poseer o no hijos y la edad de ellos, además de las diversas obligaciones impuestas en sus hogares y comunidades, también ejercen influencia sobre sus inserciones en los mercados laborales (Fontana, 2009).

Es importante recordar que, aunque el presente estudio se dedique al mercado laboral remunerado, los impactos de un acuerdo comercial no están restringidos a él. Según Fontana (2020), los cambios en las políticas comerciales pueden afectar a la población a través de los siguientes canales: empleo, consumo y provisión pública. En el primer canal, se considera que las políticas influirán en la expansión o contracción de los diferentes sectores, pudiendo alterar la demanda por trabajadores en los mismos. En el segundo canal, se entiende que los precios relativos y la oferta de bienes también pueden sufrir alteraciones. Y por fin, en el tercer canal, la idea es que los servicios sociales ofrecidos, bien como su calidad, se puedan transformar.

La importancia del reconocimiento de esos canales es, por tanto, como señalan Azar, Espino y Salvador (2009): la restricción del análisis de las relaciones de género y comercio exclusivamente a través de los vínculos entre comercio y mercado laboral acaba por ignorar otros factores y aspectos externos al mercado laboral, pero que también contribuyen a las desigualdades en la propia esfera laboral. Es el caso de las responsabilidades asignadas a las mujeres en la esfera no remunerada de la economía, y se reflejan en desventajas respecto a la inserción en el mercado laboral, pero también respecto a la distribución de la riqueza, acceso a los bienes públicos y a las esferas de poder.

Sin embargo, independientemente de los diferentes canales de transmisión, “las diferencias entre hombres y mujeres, cualquiera que sea su inserción en la sociedad (proveedores del factor trabajo, consumidores etc.)” (Castilho, 2010, p. 224) hacen que cambios en la regulación del comercio – como los acuerdos regionales y multilaterales – afecten la vida de las mujeres de manera diferenciada.

Si bien tanto la teoría económica como el análisis de fenómenos y políticas concretas insisten en la neutralidad de género, la existencia de diferentes mecanismos culturales y económicos hace que las mujeres enfrenten diferentes formas de discriminación en diferentes loci económicos. El más evidente es el mercado laboral, donde las discriminaciones son visibles y mensurables a través de las diferencias de ingresos o la ocupación de puestos de dirección, por ejemplo. Y por eso, estará en el centro de nuestro análisis. Sin embargo, existen otros loci, como por ejemplo, aquel en el que se desarrollan las tareas de reproducción de la sociedad, donde el rol de las mujeres está socialmente bastante delimitado en relación al de los hombres.

Debido a los diversos mecanismos de discriminación existentes, los fenómenos económicos impactan la vida de las mujeres de manera diferente. Esto no es distinto en el caso del comercio exterior – y, en consecuencia, de los acuerdos comerciales. El vínculo más evidente entre comercio y género se da, de hecho, a través del mercado laboral remunerado. Cambios en la composición de los flujos comerciales internacionales impactan en el empleo y, dada su segmentación en términos de género, terminan afectando de manera diferente a mujeres y hombres. Esto se debe a que algunos sectores son más intensivos en mano de obra femenina o masculina, o por las diferencias salariales que existen entre mujeres y hombres. La relación entre mercado laboral y comercio también puede ser en sentido contrario, es decir: el salario más bajo que se suele pagar a las mujeres puede ser una fuente de competitividad – espurio, diría Fajnzilber (1988) – y favorecer a países cuya especialización se concentra en sectores altamente “feminizados” (UNCTAD, 2014, Sipelman; Busse, 2005).

El trabajo no remunerado también puede verse afectado por la evolución del comercio internacional, ya sea por cambios en el propio mercado laboral remunerado (y aquí la relación se puede dar en las dos direcciones mencionadas anteriormente), o por cambios en el acceso a bienes o servicios importados, o incluso en el ambiente regulador pasible de influir en la disponibilidad de los servicios públicos de cuidado. De hecho, la distribución del tiempo de hombres y mujeres entre trabajo remunerado, trabajo no remunerado y ocio puede verse influenciada por cambios en los precios relativos de bienes y servicios y en las condiciones de trabajo remunerado (estas, también potencialmente afectadas por el comercio internacional). Como sus canastas de consumo son distintas, los cambios en los precios tienen impactos diferentes sobre la capacidad de compra de los dos grupos. Evidentemente, existe una interseccionalidad de este aspecto con las clases sociales en las que se encuentran.

Más allá de estos mecanismos específicos de vinculación / comunicación / relación entre comercio y género, la adopción de una determinada orientación de políticas comerciales suele estar insertada en una orientación de política económica más amplia. Normalmente, el proceso de liberalización comercial viene asociado a la implementación de las llamadas reformas estructurales, que tienen como uno de los principales objetivos y motivaciones la reducción del Estado, incluidos los procesos de privatización, desregulación y reducción de la inversión estatal. Según Bidegain (2009), “La liberalización comercial es parte de un proceso de ajuste estructural que afecta la provisión de servicios en el ámbito de la economía del cuidado, restringiendo el acceso a los mismos por parte de grandes sectores de la población, especialmente aquellos con bajos ingresos” (p. 10, nuestra traducción). En este sentido, algunos efectos directos de la liberalización comercial pueden amplificarse mediante la adopción del paquete de políticas adoptadas que refuerzen la orientación liberal. En Brasil, por ejemplo, la liberalización comercial en la década de 1990 se adoptó a raíz de la adopción de un conjunto de políticas neoliberales destinadas a reducir el papel del Estado en la economía.[3]

Finalmente, el comercio internacional todavía puede influir en la vida de las mujeres a través del efecto que puede tener sobre el crecimiento económico y la pobreza.[4] Aunque la relación entre comercio y crecimiento no esté claramente demostrada en la literatura empírica (ver Rodríguez y Rodrik, 2000), si existe, de alguna manera influirá en la vida de las mujeres, ya sea a través de los ingresos o de las oportunidades laborales, ya sea a través de la reducción de la pobreza o de las oportunidades de consumo.

Con el fin de analizar las perspectivas del acuerdo Mercosur-UE para las mujeres con énfasis en la cuestión del empleo, el artículo se organiza en cuatro secciones, a continuación de esta introducción. La segunda sección presenta brevemente el perfil comercial entre Brasil y Unión Europea. En la tercera, se hacen algunas observaciones sobre algunos cambios recientes o en curso en el mercado laboral femenino en Brasil, que de alguna manera contribuyen a las desigualdades de género y hacen más delicada la situación del empleo femenino en Brasil en vísperas de la implementación del acuerdo. La cuarta sección está dedicada a la presentación y análisis del volumen y perfil del empleo femenino asociado al comercio Brasil-UE, a partir de la estimación del contenido laboral existente en las exportaciones e importaciones, además del análisis de la calidad del empleo femenino asociado al comercio mediante un índice que sintetiza algunas características del empleo femenino. La sección final apunta hacia las perspectivas del acuerdo para el empleo femenino en Brasil y hace algunas consideraciones más sobre las perspectivas del acuerdo desde el punto de vista de las mujeres. Cabe subrayar que el presente texto consiste en una versión reducida del estudio del mismo nombre.

 


[1] A segregação vertical refere-se à dificuldade que mulheres têm de ascender hierarquicamente e ocupar postos associados à tomada de decisão. A segregação horizontal, por sua vez, refere-se à permanência das mulheres em setores econômicos específicos e certos tipos de ocupações (OIT-PNUD, 2019, apud Barafani e Verna, 2020).

[2] Sobre este ponto, Oliveira et al. (2021), por exemplo, pontuam que ocorre uma sobreposição de discriminações associadas a esses diversos marcadores sociais, e tal sobreposição, em última instância, contribui para acirrar a hierarquização imposta pela divisão sexual do trabalho.

[3] Ver, por ejemplo, el estudio sobre el impacto de la privatización del agua en las mujeres en la ciudad de Manaus (Equit, 2013).

[4] Como señala Cagatay (2005), uno de los argumentos que se ha utilizado a favor de la liberalización comercial es que la expansión del comercio tiene efectos “igualadores”, desde una perspectiva de género, ya que contribuye a mayores tasas de crecimiento económico y aumenta el grado de competencia entre las economías.

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